A resultas de la revolución industrial, aparecen en la escena social dos nuevas clases, la burguesía capitalista y el proletariado. Las deplorables condiciones de vida y de trabajo de los obreros asalariados se convierten pronto en el principal problema social del momento.
Unos horarios laborales agotadores (75 a 80 h semanales); la falta de higiene en los ambientes laborales, y el pésimo estado de las viviendas en los barrios obreros, producen entre el proletariado una elevada mortalidad. A causa de estas y otras circunstancias, los obreros no tardan en mostrar su descontento, mediante manifestaciones dirigidas en primer lugar contra las nuevas máquinas textiles, que habían dejado sin trabajo a muchas personas. Comenzaban así los movimientos obreros que habrían de desembocar en el nacimiento de los sindicatos y en la aparición de organizaciones obreras que, a partir de 1838, exigirán la implantación del sufragio universal.
Derechos Humanos ¿para todos?
Hace 9 años
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